El Premio Alfaguara de Novela 2019, Patricio Pron, ha recalado hoy en la Feria del Libro de Valladolid para presentar Mañana tendremos otros nombres, una historia de amor en tiempos de Tinder y en la que reflexiona sobre si existen o no finales felices en las parejas. Una obra que juega con la hibridez, a caballo entre la novela y el ensayo, según ha destacado el autor en el encuentro con los medios de comunicación previo a su participación en la feria moderado por el periodista César Combarros. El autor argentino ha defendido que “la experiencia amorosa puede estar narrada como experiencia política”, lo que a su juicio pone de manifiesto que “determinados desarrollos económicos provocan efectos en aspectos que podemos considerar ajenos a la economía como puede ser la intimidad”.  Pron ha constatado un giro en los últimos diez años en las relaciones amorosas que han puesto en cuestión “el ideal amoroso de la época de nuestros padres” y se ve al sujeto como una mercancía dentro de un mundo consumista, que utiliza técnicas de marketing para ‘venderse’. “El individuo mejora su presencia en redes sociales para destacas los aspectos positivos en detrimento de los negativos como haría cualquier compañía con sus productos y tiene la sensación de que para consumir a unas personas tiene que estar consumidas por ellas”, ha razonado. A su juicio, hay unas variables económicas que empiezan a aparecer en estos momentos. Buscan nuevas formas de ser pareja que no tienen que ver con la visión tradicional. En su opinión eso que algunos consideran negativo es al menos entusiasmante para aquellos que consideran que no se trata solo de que una pareja se una en una relación larga con el fin último de la reproducción. Patricio Pron ha señalado la paradoja de que las parejas que se encuentran en Tinder si tiene sexo y la realización ha sido satisfactoria para todas las partes los integrantes de esa relación como prueba de gran confianza le dan su nombre en Instagram. “Es decir que le damos un perfil publico que supone una versión mejorada y retocada de nosotros mismos. A diferencia de Tinder u otras plataformas similares la vida no tiene filtros para que parezca mejor. Por eso muchas relaciones están abocadas al fracaso”, ha concluido. En este sentido considera que hablar de la vinculación entre la vida real y la virtual no es cuestión del futuro sino del presente. “Hasta ahora hemos creído que no tenían consecuencias, pero las fake news o los casos de acoso ponen de manifiesto que ambas son reales ya”, ha indicado. “La vida virtual está produciendo efectos sobre la vida real. Esto supone la necesidad de replantearnos una serie de prácticas que nos parecen habituales así como la necesidad de buscar otros sitios donde volcar la intimidad y el deseo de afecto que preside la relación amorosa”, ha señalado.]]>