Antonio Muñoz Molina ejerce de notario de la actualidad vivida durante los momentos más duros de la pandemia en su último libro publicado ‘Volver a dónde’, sobre el que hoy ha conversado en la Feria del Libro de Valladolid con la periodista y escritora Angélica Tanarro. “Lo importante como escritor es dar testimonio lo más claro y detallado que preserve aquello que se olvida enseguida”, ha reconocido en la rueda de prensa previa. “¿Quién recuerda con claridad como era abril de 2020?”, se ha preguntado, “todo se ha convertido en una niebla”.

El escritor jienense ha reconocido que en aquellos momentos su instinto de novelista y escritor de ficción quedó “en suspenso”. “Era el momento de ver y no de inventar”, ha afirmado. 

Muñoz Molina se ha definido como “radical” a la hora de separar ficción y no ficción. “A la hora de escribir una crónica o realizar una entrevista, uno tiene una obligación de veracidad. En cambio, la ficción es una cosa muy misteriosa. Se basa en una transformación extraña de la experiencia”, ha expresado para reconocer que después de ‘Volver a dónde’, su cuerpo le pide volver a inventar. En este sentido ha avanzado que se encuentra trabajando en un proyecto en esta línea.

El autor ha relatado que escribe con regularidad un diario y cuando llegó la pandemia se percató de que la situación era “particular”. “Mi única intención era simplemente llevar un registro de lo que se estaba viniendo. Fueron pasando los meses y me di cuenta de que ese diario se iba convirtiendo en otra cosa, y tomó forma de libro a partir del momento en el que el confinamiento terminó”, ha añadido.

Antonio Muñoz Molina ha comparado sus sensaciones en los meses de marzo y abril de 2020 con lo vivido el 11 de septiembre de 2001 (fecha de los atentados contra las Torres Gemelas) que vivió en Nueva York. “También entonces tuve la sensación de estar viviendo un momento excepcional y tuve la oportunidad de contar en presente lo que estaba ocurriendo”, ha dicho.

Ya con la perspectiva que da el paso del tiempo, Muñoz Molina ha afirmado que la pandemia ha servido para que la sociedad se de cuenta de sus fortalezas y también de sus debilidades.

Asimismo, ha reconocido que acontecimientos traumáticos para la sociedad se tratan de olvidar rápidamente, “por necesidad de supervivencia” y se acallan. Ha puesto como ejemplos la gripe de 1919, que terminó con la vida de 50 millones de personas en todo el mundo, o la Guerra Civil y más próximo el terrorismo en el País Vasco. “Las personas que viven un trauma tienden al olvido o al silencio”, ha reconocido al tiempo que ha defendido “el deber que sentimos algunos de preservar las cosas”.